Por la tarde fui a la Mezquita, la verdad es que no me sorprendió nada, tal vez mi estado noera el mejor para ir a visitar dos culturas que tanta barbarie han hecho en este mundo. Me gusto más el patio de los naranjos y su estructura por fuera, eso me pareció de gran belleza.
Seguí visitando la ciudad después de una pequeña siesta, cruce el río Guadalquivir a través del puente de Miraflores, desde lo alto puedes contemplar la amplitud del río así como su vegetación por las orillas, paseé por la otra margen del río hasta llegar al puente romano, una obra de ingeniería, allí una torre vigila ambas orillas, aunque hoy más bien es el museo del vino.
Cruzo por el puente romano, ahora estoy justo a los pies de la Mezquita, prosigo y me dejo llevar por las calles de la Judería, calles de metro y medio de ancho o dos metros, sus paredes blancas reluciente, comercios, viviendas. Estaba haciendo una foto a una puerta cuando un chico joven, él es joven nosotros carrozas, me invitó a fotografiar el patio donde él vivía.
Poco a poco fui descubriendo rincones que con más luz quiero visitar y fotografiar.
Hoy por la mañana me regalé un baño de esos turcos, piscinas de aguas templadas , caliente y fría. Un masaje en medio de los baños es confortable, relajante. Aquel lugar es todo un privilegio algo que debemos de experimentar almenos una vez en la vida. Una sucesión de emociones me invadió, lagrimas, alegría , tristeza, pero sobre todo agradecimiento a la existencia, gracias a todos todas, siiiii a ti tambiénnnnn.
Me encanta ver cómo le sacas partido a tu viaje. Sinceramente, envidio ese baño árabe que te has dado y que debe ser tan reparador. Y me encantan tus imágenes urbanas.
ResponderEliminarCómo me alegro de que estés compartiendo todo esto en el blog. Porque además, a tu regreso, tendrás mucho que contar.
Besos
Disfrute de Córdoba y cuidado con la de la farola que te está mirando mal
ResponderEliminar